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La mágia de las palabras.

Todos somos magos y la palabra es el principal ingrediente del calderón. A través de lo que se dice o se escibe podemos invitar a la gente a danzar, sembrando alegría y esperanza o podemos construir muros, difundiendo odio y miedo. Este es el poder y él es tuyo. De esta manera, cada manifestación se vuelve un acto de mágia y define el tipo de mago que escogemos ser.

Desde tiempos remotos se enseña que la palabra tiene poder. Cada palabra contiene en sí una idea. Diversas culturas enseñan valiosas lecciones sobre el cuidado que debemos tener con la palabra.

El cristianismo manifiesta que las palabras revelan lo que cada uno tiene en el corazón. Ellas son la exacta medida del nível de consciencia de quien las emite.

Los cabalistas narran una bella historia en la cual un profesor, para corregir a un alumno que difamó a su compañero, le pidió que escribiera la ofensa en un pedazo de papel. Después el profesor determinó que la rasgase en muchos pedazos y los soltara en un lugar asotado por una fuerte ventisca y que recogiera todo nuevamente. Imposible, respondió el agresor pues ya no sabía en donde habían quedado los pedazos dispersos y perdidos. Así sucede con nuestras palabras, dijo el bondadoso profesor, después de dichas ya no nos pertenecen más e ignoramos cuál será su destino.

– Presta atención antes de hablar. Escucha a todas las partes involucradas, en toda discordia hay como mínimo dos versiones, más allá de la verdad!

– Pondera qué sentimientos te mueven: odio, celos, venganza, envidia o amor y paz.

– Otra precaución que debemos tener es el de no disfrazar el deseo de venganza con el manto de la justicia. A menudo, bajo el falso pretexo de un acto noble, ocultamos y dejamos escapar nuestros más densos y sombríos sentimientos.

– Se claro y objetivo con tus palabras. No es no; sí es sí. Expon tu manera de pensar serenamente y respeta la opinión ajena, contraria a la tuya. Que tu corazón nunca se olvide de que la buena semilla no se pierde y que, en el momento oportuno, germina.

– Las más sabias palabras caen al avismo si no son el espejo de las actitudes de quien las dijo.

– Se siempre sincero y nunca finjas afecto; sin embargo, recuerda que el amor es la fuerza más poderosa que existe. El amor es la materia prima de todos los milagros. La palabra trae luz a los ciegos.

El budismo enseña que el Universo es un ser vivo en eterna transformación y reacciona en exacta medida a nuestras acciones. La mejor manera de comulgar con Él es derramando alegría en toda la gente. Por lo tanto, la palabra es una semilla de gran alcance y bajo costo.

La sabiduría le da color a la filosofía de las más diversas tradiciones. Reconocer el árbol por su fruto es otra bella imagen dibujada con los mismos colores. Siendo tu el árbol, los frutos son tus palabras (y actitudes). Decide si vas a envenenar o alimentar a la humanidad en tus cenas espirituales. Tú te defines a cada acto o palabra.

Texto gentilmente traducido por Maria Del Pilar Linares.

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