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Las mejores historias son las de superación».

A menudo escucho a las personas diciendo que harían todo “exactamente igual” si comenzaran nuevamente su trayectoria de vida. Si es simplemente una alusión a cómo aprendieron con sus propios errores y cómo éstos los ayudaron a llegar a donde están, lo entiendo. Sí, a veces los errores son maestros valiosos que nos ofrecen importantes lecciones, aunque la vida dispone de otros medios como la percepción y el amor, que nos permiten acortar el tiempo y pavimentar el camino. Son las mismas lecciones ofrecidas por el error, aunque suministradas de forma suave; al final se aprende por gusto o por imposición. La opción siempre es nuestra. Sin embargo, en la mayoría de los casos, veo algunos amigos sosteniendo verbalmente la repetición de la trayectoria de vida por verguenza, negación u orgullo. Es una pena, pues al no aceptar el propio camino labrado estaremos impedidos para entender quiénes realmente somos y, como consecuencia, no podremos ver las transformaciones que debemos realizar en nosotros, atrasando el viaje evolutivo y con ello, la paz de la plenitud que tanto anhelamos.

Reviso mi historia y agradecido por las duras lecciones que los errores me han ofrecido, percibo que podría haber hecho diferente. Personas que lastimé, vueltas en circulos que di por terquedad, tiempo y energía desperdiciados en situaciones que no tenían ninguna importancia y así sucesivamente. La lista es enorme. Es verdad que ese era mi nivel de consciencia en aquel momento y no podía percibir que podría hacerlo de otra manera. Sí, siempre es posible hacer las cosas de modo diferente y mejor. Aunque aún estoy muy lejos de donde tengo que llegar, ya no soy el mismo que partió. Mi forma de ver y de vivir cambió. ¿No nos sucede así a todos?

¿Y qué hice con mi pasado? ¿Principalmente con aquellos capítulos de los cuales tengo hoy internamente la plena consciencia de que podrían haber sido diferentes? Decidí abrazarlos y ser agradecido por mi historia. En cambio de quedarme paralizado por el error acepté la responsabilidad, reparé lo que fue posible y seguí adelante con un nuevo enfoque hacia todo y todos. Nadie debe avergozarse; todo en el universo está en eterna evolución y todos somos parte de él.

Reinventarse todos los días es una exigencia del sendero. Deleitarse con la transformación que se produce en el camino de la sabiduría y con la belleza del amor que te contagiará siempre que hagas lo mejor. Las más fantásticas historias son las de superación.

Imagínate una película en la que un niño nace en un hogar repleto de amor y con todas las condiciones para una vida saludable. Desde temprano sus padres, almas evolucionadas, le suministran sabias lecciones de amor, tolerancia, compasión, dentro de un bonito código de ética existencial y de nobles valores morales. Este niño se desarrolla en el bien y en la luz, aprende con rapidez y siempre esparce semillas de alegría por donde pasa. Al llegar a la vida adulta abraza la medicina como instrumento para llevar la cura y el bienestar a toda la gente, difundiendo la felicidad y la alegría que existen en su interior. Sin duda una bellísima historia de vida que seguramente me gustaría ver.

Imaginemos otra película en la que un niño nace en un ambiente gobernado por la discordia, impaciencia, ausencia de indicadores morales y condiciones razonables de subsistencia. Crece en las calles selvajes de las grandes ciudades, rodeado de un invertido código de ética, valores morales tergiversados o inexistentes, donde el instinto de supervivencia se impone ante los sentimentos más nobles y sutiles. Robos menores, actos de violencia que practica y sufre, sexo irresponsable, son páginas comunes en su adolescencia entre el hambre y, principalmente, la ausencia de amor. En un principio y lentamente percibe en mínimos actos que, cuando procede diferente y deja florecer lo mejor de sí, un sentimiento amoroso por todas las personas y cosas crea una esfera agradablemente leve a su alrededor que parece levantarlo del suelo. Tiene la sensación de que la vida reacciona en la exacta medida ante sus acciones. Se siente diferente, todo cambia. Poco a pocos comienza a practicar más y más tales actitudes que descubrió adormecidas en el cajón más alto de su corazón, hasta que toma la decisión de reinventarse. La persona que era ya no cabe dentro de sí, pues necesita ser otra. Entonces ocurre la transmutación de la que hablaban los alquimistas medievales y transforma metafóricamente el plomo en oro. Cuando cambia su forma de ser el mundo también se transforma. Paulatinamente, personas y situaciones comunes en su vida se alejan dando lugar a otras. Decide retornar a los salones de clase, se dedica con ahínco a los estudios, comienza a entender que el conocimiento expande la visión y, después de intentos fallidos e innúmeras dificultades, consigue un cupo en una universidad de derecho. Después de algunos años de incansable lucha se convierte en un juez misericordioso y ejerce la cura en todos aquellos que cruzan su camino, utilizando herramientas como la verdad y la justicia, plantando alegremente la semilla de la esperanza en sí y en todos. Otra bella película que me encantaría ver.

En la absurda hipótesis de ver solamente apenas una película, ¿cuál de ellas escogerías? Aunque sean dos historias de amor bellísimas, mi elección recaería en ésta última. Las historias de superación han fascinado a la humanidad desde siempre, pues son la prueba de su evolución. En efecto, la historia del mundo se cuenta a través de las pequeñas historias de personas comunes, como la mía y la tuya. Los grandes personajes que conocemos en los libros son apenas reflejos más visíbles del cambio hacia un nuevo nivel de consciencia ya sedimentado en lo más íntimo de todos.

Por lo tanto no existe sendero desagradable. Son las curvas y dificultades del camino que proyectan la belleza de la trayectoria en cada uno de nosotros, coloreando el paisaje a medida que cambiamos nuestra forma de ser, reflejando cada decisión que tomamos. Basta estar dispuesto a ver con otros ojos y tener el coraje, la sabiduría y el amor para hacer diferente. Como decía un ángel que estuvo encarnado recientemente entre nosotros: “Es imposible reescribir el pasado, pero podemos construir un futuro diferente”.

Abraza tu historia sin victimización o verguenza, aprovecha para conocerte mejor, acepta los errores como lecciones, ábrete a la maestría del amor adormecido en tu corazón, permite que el coraje que reside en tu alma guerrera opere en ti las transmutaciones esenciales a cada día y todos los días. Entender que todo, absolutamente todo, puede ser diferente y mejor es el boleto para la próxima estación.

Gentilmente traducido por Maria del Pilares Linares.

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