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Lo sagrado habita en el corazón.

Alguna vez vi una película, estilo Hollywood, con mucha acción, donde el protagonista era un frío asesino profesional que era perseguido tanto por la policía como por la mafia. Su aparente indiferencia con relación a cualquier tipo de sentimiento era clave en su personalidad y la principal razón de su nefasta eficiencia. Sin embargo, durante una fuga llevó consigo todo el tiempo una planta, y si no me engaño, era una orquídea. Aquella simple flor recibía todo y el único amor que este hombre conocía. Él se preocupaba por ella, la colocaba al sol, la regaba y la cuidaba en caso de eventuales plagas para que no muriera. La planta era el motivo de su preocupación, pues dependía completamente de él para vivir; la orquídea tenía la capacidad de hacer florecer lo mejor de un hombre enceguecido en consciencia. Aquella flor era sagrada.

Sagrado es todo aquello que nos reconecta con la divindad, que nos permite ejercitar nuestros sentimientos más nobles, nos enseña a ser mejores personas y contribuye con nuestra evolución. En un pequeño altar que tengo en casa hay varios objetos aparentemente mundanos, pero que tienen gran significado personal y por lo tanto se tornan sagrados para mí. Algunas personas distraidas no perciben que allí reside una parte importante de mi templo. Por ejemplo, tengo tres malabaristas de circo. Cuando estoy recogido en reflexión, meditación y oración ellos me acuerdan que repartir alegría por donde vaya es la mejor forma de agradecerle a la Vida por las bendiciones y lecciones recibidas durante la jornada. Ellos son sagrados para mí.

Lo sagrado está oculto en lo profano.

Los avatares que inspiraron las tradiciones religiosas no estaban de acuerdo con el culto de imágenes. No obstante, iglesias y templos en todo el mundo están repletos de ellas. ¿Están equivocados? No; es necesario entender la diferencia. El objeto en sí no trae ningún poder, sin embargo lo sagrado en una estatua de Buda o de Francisco de Asís existe y es importante para recordarnos sus enseñanzas de sabiduría y amor, mapa y brújula para guiar el camino rumbo al Sol. A partir del momento en que algo retira el velo de las sombras para que sentimientos más sutiles nos sirvan de regla y compás se vuelve sagrado.

Lo sagrado estará donde esté tu corazón.

Así como sucede con los objetos comunes, sucede con nuestras relaciones cotidianas sean familiares, profesionales o sociales, sencillas o complejas, ya que permiten descubrir y revelar lo mejor que hay en nosotros. Las personas que amamos, por razones obvias, serán siempre sagradas, pues en ellas depositamos nuestros mejores e incondicionales sentimientos. Una persona extraña que nos trae complicaciones también puede volverse sagrada si gracias a esta convivencia entendemos y vivimos formas más sublimes de sabiduría y amor. La razón de ser de las dificultades es solamente para promover nuestra evolución.

Lo mismo aplica para los lugares sagrados. Jerusalén, Meca, Budigaia, Fátima o Sedona son lugares en donde hace siglos los peregrinos anclan sus mejores energías y, sin duda, se siente su fuerza y permiten que te sientas diferente si estás abierto a eso. Sin embargo no podemos olvidar que el mar es un santuario; los bosques y las montañas son catedrales; tu casa, un templo. Cualquier espacio que te permita la conexión con la otra esfera es divino. Todo lugar en el cual podamos colocar el ego a dialogar con el alma hará brillar la más pura luz.

Todo lo que toca tu corazón es sagrado.

Una mirada, un abrazo o un beso pueden ser mundanos o sagrados, dependen de los sentimientos depositados en ellos. Un sincero y humilde acto de compasión siempre, siempre, será sagrado. Idem para cualquier acto de buena voluntad o cuando en tu elección predomine el amor en detrimento de cualquier otro interés.

Lo sagrado reside mansamente en tu corazón. ¡Invítalo a danzar contigo todas las canciones del Gran Baile de la Vida!

 

Gentilmente traducido por Maria del Pilar Linares.

1 comment

Claudia Burraccione noviembre 13, 2016 at 9:41 pm

Hermoso mensaje, estoy comprometida a recordarlo con conciencia y con permiso lo voy a compartir mañana con mis amigas en nuestra ronda de luna llena. Muy agradecida por poder lee lo que escribes

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