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Equilibrio improbable

Caminaba por las montañas de Arizona al lado de Canción Estrellada, el chamán que poseía el don de trasmitir la sabiduría de sus ancestros a través de la palabra cantada o no. Él quería mostrarme su “Lugar de Poder”, como se denomina en la mitología nativa al sitio en donde cada cual se siente más cómodo para conectarse con la inteligencia cósmica. “En todos los lugares del planeta es posible abrir un canal o un puente; no obstante, existen sitios que, por diversas razones, la conexión es más intensa. El mar es un santuario; la montaña, una catedral; tu casa, un templo. Ya sea por la quietud, por el sonido de las estrellas o por la integración con la Madre Tierra. Por alguna razón personal o por ser un lugar donde las personas van hace siglos a rezar, como las iglesias, anclando la fuerte vibración del universo, cada individuo debe encontrar el lugar donde sienta la fuerza de esa conexión”, explicó el chamán. Al llegar a una pequeña meseta muy próxima a la cumbre, el Lugar de Poder de Canción Estrellada, había un árbol que no podían pasar desapercibido pues estaba sujeto por las puntas de la raíz al borde de un peñasco, resistiendo con bravura, de manera elegante e impensable, al viento, la lluvia, el sol, la nieve y la gravedad. Comenté que no podría aguantar por mucho más tiempo. El chamán sonrió y dijo con su rostro arrugado por las decenas de inviernos que había atravesado: “Está en esa condición desde que yo era un chico y venía a pasear a esta montaña con mi abuelo. Probablemente continuará así después de que yo realice el gran viaje”. Hizo una pequeña pausa y continuó: “Una raíz fuerte es indispensable para enfrentar las tormentas de la vida. No es diferente para nadie”. De repente le pregunté qué necesitaba para tener una raíz poderosa, capaz de mantenerme inmóvil ante las peores tempestades.

“Las raíces de cada uno son el conjunto de tres cosas: saber exactamente quién eres y no huir del combate de perfeccionamiento personal”. Le dije que estaba faltando la última. Él miró hacia el árbol malabarista antes de concluir: “La tercera parte de la raíz consiste en dominar el arte del equilibrio improbable. Recordarme esto fue la función de este árbol durante toda mi vida. Esto la hace sagrada para mí”.

Le dije que no tenía la más mínima idea de lo que era el equilibrio improbable. Él no pronunció palabra. Con toda la calma extendió su manta en el piso para que nos sentáramos, pidió que recogiese algunas ramas secas para encender una pequeña hoguera y prendió su infalible pipa de hornillo de piedra roja. Después cantó una sentida y rítmica canción acompañada por su tambor de dos faces, agradeciendo al Gran Misterio por la oportunidad de estar allí y por todos los “mensajes, visiones y sueños” que nos serían concedidos. Cuando abrió los ojos dijo: “El equilibrio improbable es la capacidad desarrollada de no permitir que las dificultades inherentes al Camino te saquen de la ruta o te hurten la paz. Para esto tienes que saber lidiar con las sutilezas del sendero, del tiempo, del paisaje y de los otros viajeros. Estos son los ingredientes de la magia. El calderón es el propio Camino”.

Ansioso, dije que no había entendido. El chamán se explicó con paciencia: “El buen andariego hace de la paz su premisa inseparable. Hace de la no violencia su fuerza de transformación. Él sabe que solamente en la medida en que realiza las modificaciones en sí mismo, conseguirá alterar el mundo; así no pierde tiempo y energía intentando convencer al otro sobre sus razones, pues sabe que de la misma manera que todavía no está listo para entender muchas cosas, muchos aún no ven aquello que él ya puede ver. Apenas refleja en sus actitudes serenas la sabiduría que le habita. Sabe que si el argumento convence, el ejemplo tiene el poder de contagiar corazones”.

Argumenté que la explicación era un poco ambigua. El chamán asintió con la cabeza y dijo: “La vida contiene sutilezas cuyas líneas que separan las sombras de la luz pueden parecer tenues, aunque no lo sean. Lo sutil, por definición, muchas veces pasa desapercibido para nosotros, por ello es necesario afinar cada vez más nuestra percepción. Sin embargo, hay situaciones más comunes que permiten un entendimiento más fácil”. Y me mostró algunos momentos en que, a menudo, perdemos el equilibrio.

“El gran conflicto entre lo legal y lo justo; entre legalidad y legitimidad, es un buen ejemplo. Sabemos que las leyes son las líneas divisorias entre la civilización y la barbarie. En nuestro nivel actual de evolución es imposible la vida en sociedad sin un conjunto de reglas que establezcan derechos y deberes, lo que es muy bueno pues trae tranquilidad y seguridad social. No obstante, así como todo en el universo, nuestra consciencia está en constante mutación y existe la necesidad de que las leyes acompañen esa evolución, lo que no siempre sucede a la velocidad deseada. Por otro lado, siempre es posible hacer mal uso de una cosa buena: hay reglas establecidas fundamentadas en el falso moralismo o que defienden oscuros intereses, perjudicando sectores o hasta a la gran mayoría de un pueblo. No podemos olvidar que la esclavitud y la segregación racial o de género, por citar algunas posibilidades, fueron practicadas en vigor de odiosas legislaciones”.

“Hay que estar atento para que la ley no sea usada indebidamente para alimentar preconceptos, venganzas o sostener atrasos. El primer paso es percibir cuando la frontera entre la luz y las sombras es superada, cuando una cosa buena es distorsionada para ser usada para fines inescrupulosos, cuando se usa un instrumento legal para dar cabida a manifestaciones de odio e intolerancia, cuando la inflexibilidad del moralismo destruye la belleza de la moral. Mantenerse justo y pacífico cuando la ley camina en sentido contrario a la justicia es un importante equilibrio improbable”.

“Tener cuidado para no dejarse contaminar por las enormes sombras colectivas que se forman en algunos momentos, al desear puniciones severas y encontrar culpables que asuman las insatisfacciones particulares que se pulverizan en el conjunto social de manera difusa y confusa, hace toda la diferencia. En esos momentos es necesario ser como un farol que ilumina la noche oscura, sin la pretensión de ser el dueño de la verdad y siempre absteniéndose por completo de cualquier forma de violencia. El equilibrio improbable se hace necesario para actuar de manera contraria a la multitud ciega, que en la ilusión de alejar la sombra, termina alimentando las tinieblas, sedienta por el apedreamiento moral de un individuo cualquiera. El andariego percibe el movimiento colectivo contrario a la luz y sabe que, en ese momento, la venganza se disfraza con las vestimentas de la justicia para punir, sin la indispensable dosis de amor que una decisión verdaderamente justa trae en su interior. Entonces se niega a seguir las voces del mundo, por ser contrarias a lo que le dice el silencio de su corazón, y asume actitudes firmes y serenas al mismo tiempo, en total acuerdo con las ideas aireadas que lo conducen por el sendero de la tolerancia, unión, compasión, armonía y bondad, manteniéndose en el lado asoleado del camino. El equilibrio improbable exige gentileza; gentileza exige coraje”.

Canción Estrellada dio una bocanada con la pipa y comenzó a abordar otra situación: “Igualmente sutil es el momento de decidir entre lo individual y lo colectivo. Claro que el todo es más importante que la parte, sin embargo el pedazo, cuando está incompleto, compromete la integridad”. El chamán continuó: “El equilibrio improbable se presenta cada vez que priorizamos lo personal en detrimento de lo colectivo, en desacuerdo con el correcto principio general. Entender que existen límites de interferencia de la sociedad sobre el individuo es importante para establecer las condiciones indispensables que resguardan la amplia libertad personal, sin olvidar nunca las respectivas responsabilidades. Un pueblo puede mucho, pero no puede todo”, hizo una pausa, se quedó mirando el árbol equilibrista y siguió: “Veo otra sutileza derivada de esta cuestión que reside en percibir que el ejercicio del mejor derecho excluye cualquier privilegio. Los vientos que impulsan el avance de la humanidad muestran que todo privilegio es contrario al buen derecho. Privilegios no son nada más que resquicios de sentimientos ancestrales de dominación, desigualdad y separación, todavía presentes. Si mantienes un privilegio es porque aún no tienes la justicia dentro de tí”.

“Otro equilibrio improbable, todavía más crítico, pues es de orden interno, aborda la delicada cuestión del egoísmo. ¿Cuál es el momento en que dejo de cuidar de mí para cuidar del otro? ¿Y si no estoy bien para cuidar de alguien? ¿Hasta qué punto debo ayudar para no debilitar al otro? Son preguntas que no acallan”. Él me miró a los ojos unos instantes y continuó: “Es fundamental establecer, de manera clara, el límite del otro sobre tu vida para que no existan abusos o excesos, sin olvidar que es imposible mantener el alma en paz sin amparar a quien clama por ayuda. Este es otro equilibrio improbable. La eterna armonía en cuidar de sí sin olvidar al otro. Aceptar que sólo se puede dar lo que ya integra el ser y percibir que en la matemática de la vida apenas multiplicamos lo que sabemos dividir; dos lados de una misma moneda, entendimiento de una de las más preciosas enseñanzas del Camino”.

Canción Estrellada me ofreció una bella sonrisa y finalizó: “Hacer por el otro lo que me gustaría que él hiciera por mí en caso de que las posiciones estuviesen invertidas, es la respuesta sagrada, la lección mayor y, por tanto, la más difícil de ejecutar. El equilibrio improbable entre la fina sabiduría de entender la situación, con todas las sutilezas, y la disposición amorosa de compartir lo mejor de ti, sin cualquier miedo, es tu gran obra de arte en el maravilloso espectáculo de la vida”.

Gentilmente traducido por Maria del Pilar Linares.

1 comment

Barrios Cronicrow octubre 1, 2016 at 12:11 pm

Me encantas estos textos.. Se ha perdido mucho el buen arte de la buena escritura y lectura… Tal ves nonsoy el indicado para decir eso, solo se que uno nunca deja de impresionarse… Saludos y gracias por tan maravillosos textos…

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