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Sigue tu corazón

“Sigue tu corazón”, me aconsejó Canción Estrellada al despedirme. Había ido a las montañas de Arizona para participar de algunos ceremoniales nativos en un período que, por coincidencia, era un ciclo de cambio en mi vida. La agencia de propaganda de la cual hacía parte había sufrido una fuerte escisión con la salida de algunos socios y era preciso encontrar nuevos rumbos. Al mismo tiempo se terminaba la relación de algunos años atrás con mi pareja que pensé no tendría fin. En aquel momento necesitaba reinventarme. “Sigue tu corazón”, fueron las palabras que llevé conmigo, las cuales me llenaban de fuerza y me ayudaron a tomar una serie de decisiones, tanto personales como profesionales, que resultaron equivocadas. Algunos meses después y dado el torbellino de discrepancias en las que mi vida se había convertido, aproveché que tendría lugar el tradicional ritual del equinoccio de verano para volver a Arizona. Encontré a Canción Estrellada en la agradable terraza de su casa, sentado en la mecedora. Él me recibió con alegría. Poco tiempo después de estar debidamente acomodado, le confesé al chamán que seguir el corazón había sido un desastre, debido a lo ocurrido conmigo. Peor aún, tenía la nítida sensación de que las cosas se agravarían todavía más. Él me miró como si fuera un niño llorón, encendió su indefectible pipa con hornillo de piedra roja y, después de algunas bocanadas, dijo: “Hay dos aspectos en tu discurso que parece no has entendido. El primero es que, algunas veces, estamos tan arraigados a las viejas formas de vivir que es preciso demoler todo, hasta que no quede piedra sobre piedra, para que sea posible reconstruir una nueva realidad basada en un entendimiento diferente sobre el ser. No se construye una buena casa sostenida con paredes deterioradas”. Volvió a fumar su pipa y concluyó: “Otro aspecto, y no menos importante, es sobre seguir a tu corazón. Será siempre un valioso consejo; sin embargo, no siempre es posible realizarlo, pues para seguir el corazón es necesario aprender a oírlo”.

Discrepé. Consideré que recomendarle a una persona seguir su propio corazón en momentos en que está desorientada, sin saber qué rumbo tomar ante bifurcaciones que la vida le presenta, me parecía cobardía o maldad. Era justamente el momento de tomarla de la mano y conducirla por la oscuridad del sendero. El chamán levantó las cejas y dijo con seriedad: “Imaginar que sabemos lo que es mejor para los otros es un ejercicio típico de los tontos, sean aquellos que conducen, sean aquellos que se dejan conducir. Cada cual es maestro de sí mismo y toda la sabiduría está adormecida en el corazón”. Le dije que me espantaba que él continuara insistiendo en esa teoría, que más parecía un discurso fácil de aquellos que, en verdad, no querían ayudar a los otros. Canción Estrellada se volvió hacia mí, en sus ojos percibí sincera y dulce compasión, y dijo: “Siempre oímos nuestras voces. No hay nada de complicado en esto. Difícil es saber identificar de dónde procede cada una. No es solo el corazón que nos habla. Las sombras también nos hablan, a través de miedos, deseos y aflicciones de las más diversas especies, como los celos, la envidia, la vanidad, el orgullo, la usura, entre varias otras, que nos llevan a construir raciocinios tortuosos de autojustificación del ego cuando está desalineado con el alma. Existen otras voces con las cuales dialogamos, como los condicionamientos culturales, que nos llevan a decidir ante el afán de aprobación y de los aplausos sociales; preconceptos, cualesquiera que sean, que de tan arraigados no nos damos cuenta de que existen, memorias que desearíamos olvidar, pero que todavía sangran como heridas abiertas. En fin, para seguir al corazón es preciso identificar su voz en medio de una multitud que grita dentro del ser”.

“El corazón es la llama de lo sagrado que habita en nuestro interior. Solamente allí encontraremos el Gran Misterio para conversar y conocer Su rostro. Es necesario que esa centella se encienda como linterna para iluminar el ser y entender la parte que te corresponde en el todo; conocer el todo es conocer la parte. El corazón siempre va a estimular elecciones que nos conduzcan hacia la plenitud, mediante las cinco curas del espíritu: la libertad, la paz, la dignidad, el amor y la felicidad. Los remedios para todos los males del espíritu tienen como ingredientes esenciales las virtudes. Si la elección no es movida por una o más de las nobles virtudes, ten la certeza de que la voz que te aconsejó no fue la del corazón”.

“La humildad, la compasión, la sinceridad, la mansedumbre, la misericordia, el coraje, la alegría, la fe, entre varias otras virtudes, son los instrumentos del Camino; además, es claro, del amor, la virtud de las virtudes por el hecho de estar presente en todas las otras. El amor es el remedio y la cura”.

Quise saber si él me enseñaría a oír al corazón. Canción Estrellada me advirtió: “Tan solo puedo mostrarte dónde está la puerta; atravesarla depende de ti”. Le dije que aceptaba la condición. Aquel mismo día, cuando atardeció, caminamos por las montañas hasta que paramos en una planicie que ofrecía una bella vista del valle. Extendimos las mantas coloridas y el chamán entonó algunos cantos ancestrales al ritmo de su tambor de dos caras; en seguida, explicó: “Conversar con el corazón es un rito personal, cada uno tiene el suyo; todos son bellos y valiosos. La música me ayuda a encontrar lo sagrado oculto en lo mundano al dejarme más sensible y perceptivo. No obstante, llego a mi corazón a través de la oración. La oración, para mí, posibilita el encuentro con mi propia luz, lo divino que me habita. Solamente así consigo escucharlo”.

Cerré los ojos y Canción Estrellada entonó otras melodías hasta silenciar. Se retiró sin decir palabra y me dejó a solas conmigo mismo. Tuve que reiniciar la oración diversas veces; seguía bien hasta un determinado punto, entonces mi mente era invadida por diversos hechos del pasado que insistían en desviar mis pensamientos de la oración. La tarde avanzó y llegada la noche adormecí sin lograr concentrarme integralmente. Canción Estrellada retornó al amanecer trayendo algunas frutas para el desayuno. Al preguntarme cómo había sido la experiencia, le confesé que no lo había podido llegar al corazón mediante la oración, pues era interrumpido a cada instante con memorias desagradables de situaciones que no recordaba más. El chamán sonrió satisfecho y dijo: “Es así mismo. Para llegar al corazón es necesario despojarse de las mentiras que nos contamos, de los personajes que creamos con la ilusión de enfrentar mejor la existencia. El corazón es el lugar de la verdad; para llegar a él es preciso estar involucrado con la verdad; la verdad sobre sí mismo. Conocerse enteramente es primordial para el viaje hasta el corazón. Por definición, el corazón no es una ruta de fuga; es el sendero de la verdad y de la lucha por el autoconocimiento”.

“Cuando memorias desagradables nos invaden durante la oración, significa que nuestro corazón entiende que son aquellas situaciones justamente las que deben ser pacificadas dentro de nosotros para que podamos seguir adelante. Es parte primordial de la oración. No rechaces, sofoques o niegues esas memorias. Por el contrario, abrázalas con amor. Entiende los dolores que ellas te provocan. Los sufrimientos son fruto de elecciones y entendimientos. Ve hasta sus raíces para entender y escoger diferente y mejor la próxima vez que una situación parecida se presente. Así sustituirás el dolor de la equivocación por el ánimo que te da el amor para proseguir. Perdona a quien te hirió; cada cual ofrece tan solo lo que tiene disponible en el corazón en aquel momento de la existencia. No podemos exigir flores de un corazón cubierto de piedras. Por otro lado, perdónate a ti mismo por los mismos motivos, por las elecciones equivocadas que hiciste en determinados momentos de la vida. Éste es el sendero hacia el corazón, éste es el tratamiento de cura. Acepta que actuamos en el exacto límite de nuestra expansión de consciencia y capacidad de amar. El error es el mapa del acierto y el impulso del perfeccionamiento. Aprovecha para fortalecer el espíritu para que en una próxima ocasión no tropieces. Así evolucionamos”.

“Entiende que detrás de los pensamientos están los sentimientos que los mueven. Es preciso serenar los sentimientos para educar los pensamientos. Aprovecha la oración para eso. Sentimientos densos nos hacen navegar en aguas turbias; necesitamos aguas claras para ver con profundidad, sin la cual no llegaremos al corazón y lo sagrado que en él habita”.

Permanecimos algún tiempo sin pronunciar palabra para que yo pudiese concatenar todas aquellas ideas. En seguida, el chamán me invitó a visitar algunos lugares bellos en la montaña. El día fue ocupado con paseos y conversaciones informales. Canción Estrellada era alegre y bienhumorado, siempre me hacía reír mucho. Al atardecer regresamos a la meseta. Me pidió que me concentrara en la oración y me avisó que regresaría al día siguiente. Diferente del día anterior, aquella noche no rechacé los pensamientos, sino que los acogí a medida que invadían la oración, como esfuerzo para pacificar los sentimientos que los motivaban. Primero vinieron a la memoria hechos de mi última relación. Las peleas y las discrepancias. Lentamente fui entendiendo que a pesar de la admiración mutua que teníamos uno por el otro –ella era una persona encantadora– no nos amábamos. Teníamos expectativas y visiones sobre la vida que nos distanciaban. Al forzar la aproximación, cada cual estaba transgrediendo su ser y terminábamos responsabilizando al otro; error infantil, pero muy común. Acepté que el afecto y la admiración podían y debían continuar, pero no como pareja. Así, podría sentirme verdaderamente libre para iniciar una nueva relación y en plenas condiciones de bendecir la de ella. Una extraña y agradable sensación de ligereza me invadió.

Proseguí con mi oración hasta que emergieron recuerdos referentes a la disolución de la sociedad de la agencia de publicidad. Éramos cuatro socios; dos se desvincularon para montar otra agencia. Claro que durante el proceso de separación surgieron divergencias de varios tipos. Profesionales que hacían parte del equipo original decidieron con quien continuarían, así como los clientes con quien trabajarían, situaciones del pasado en las cuales existían resentimientos, bastante velados, resurgieron entre otras situaciones y detalles. Todo corte sangra; aprender la manera de cicatrizarlos es el arte del corazón, hasta que un día seamos capaces de entender que, en realidad, no existen cortes; tan solo libertad, tanto la tuya como la de todos. Esto es digno, es amor; construye la paz y la felicidad. La agradable sensación de ligereza volvió a poseerme; esta vez ya no se me hizo extraña.

Al contrario de lo que se pueda imaginar, esa oración no duró minutos, sino que se extendió durante toda la noche. Cuando percibí, el cielo ya tenía aquel color, entre rosado y naranja, típico del amanecer. A pesar de haber pasado la noche despierto, no me sentía cansado o con sueño. Una alegre vibración me mantenía animado, en un estado entre la alegría y la serenidad. Tuve la seguridad de haber conversado con mi corazón. Lo sagrado que habita en él se había manifestado en verdades que pasarían a aclarar mis elecciones.

Así que Canción Estrellada me vio, sonrió. Sin necesidad de decir nada, él sabía que yo había tenido un importante encuentro, el más importante de mi vida. El chamán sabía también que era la primera de las muchas conversaciones que tendría con él y como esto cambiaría mi vida de allí en adelante. Sonreí como muestra de gratitud y le agradecí por la lección. Canción Estrellada sacudió la cabeza y me corrigió: “No hay por qué agradecer; yo tan solo dije: ‘allí tienes una puerta’. Atravesarla fue tu elección, tu esfuerzo, tu mérito”.

Comenté que ahora entendía que hasta aquel día yo no sabía usar mis ojos para ver la verdad, que había aprendido que para encontrar la verdad era necesario conversar con el corazón; por tanto, era primordial cerrar los ojos. Era esencial mirar hacia dentro de mí para conocerme. Esta es la llave que abre la puerta del corazón. Canción Estrellada sonrió una vez más, tomó su tambor de dos caras y entonó una sentida melodía de comunión con el Gran Misterio, el corazón del universo, origen y destino de todos los corazones. Otro hijo había aprendido la importancia y la manera de conversar con su propio corazón.

Gentilmente traducido por Paria del Pilar Linares.

3 comments

Fabiana mayo 24, 2018 at 5:11 pm

Genial!

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Francy Elena junio 4, 2018 at 7:39 pm

Gracias!

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alexis galindo junio 24, 2018 at 11:36 am

espectacular esta anecdota se me erizaron los bellos yo tambien quiere a prender a oir mi corazon y sentir esa ligereza del alma cuando es libre de abrir sus alas y volar

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